Qué grandes documentales hay por ahí.
Quiero comentar (y recomendar, de paso) tres documentales que me han gustado mucho. Y es que están narrados como si de una película se tratara. Te explican una historia llevándote por un camino, el propio que recorrió el documentalista mientras lo elaboraba, y sorprendiéndote a lo largo de la hora y media que duran.
No me enrollo más y entro en materia.
1. The thin blue line (1988)
Documental estadounidense escrito y dirigido por Errol Morris. Narra la historia de Randall Dale Adams, un hombre condenado por un asesinato que no cometió. Cosas muy, muy raras en la investigación que poco a poco se van esclareciendo o enturbiando según pasan los minutos. Con una música que te pone en situación.
Entrevistas a los policías, al juez, al propio Adams, a la demás gente implicada en los sucesos de aquella noche... El documental tuvo una gran repercusión y consiguió algo que es mejor no desvelar.
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2. Man on wire (2008)
Documental dirigido por James Marsh y ganador del Oscar al mejor documental largo, además de otros muchos premios.
Trata sobre la preparación y el posterior paseo que el funambulista Philippe Petit realizó en 1974 entre la Torres Gemelas de Nueva York. Está basada en el libro de Petit, To Reach the Clouds, recientemente reeditado con el nombre de Man on Wire.
Reconstruye los hechos dándole un tono casi de thriller, pues el paseo fue totalmente clandestino e ilegal. Los propios protagonistas te explican como prepararon durante años tremenda hazaña.
Un lujazo que se disfruta de principio a fin.
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3. Searching for Sugar Man (2012)
Este es el último ganador del Oscar al mejor documental largo, dirigido por Malik Bendjelloul.
Cuenta la historia de un misterioso cantante conocido como Rodríguez y los esfuerzos de dos sudafricanos por descubrir cuál de las extrañas muertes que se atribuyen es la cierta.
Sixto Rodríguez era un tipo que pasó sin pena ni gloria por el mercado musical de Estados Unidos, pero que se convirtió en un ídolo de masas en Sudáfrica (desconociéndolo el propio artista completamente).
Es uno de esos documentales que se disfrutan doblemente, pues la genial banda sonora de Rodríguez (que editó dos discos, quedándose el tercero incompleto) está presente en todo el metraje, y porque te lleva por un caminó de sorprendente.
Créeme: mejor no saber nada más sobre el contenido del documental y verlo sin más.
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