sábado, 25 de agosto de 2012

Cuarto golpe de katana. Basado en hechos reales.

Esta entrada no trata sobre esas películas de domingo por la tarde que tanto enganchan a las madres con esa única y simple frase: Basado en hechos reales.
Trata sobre los biopics, esas películas centradas en la vida de personajes reales que a menudo los actores/actrices utilizan como vehículo para demostrar que son la leche. Y, de paso, a ver si cae el Oscar.
A veces los intérpretes se parecen de manera natural al original, pero otros optan por la caracterización o, mucho peor, la alteración física, y cuanto más mejor.
Aquí van unos ejemplos.

 
Charlize Theron (Monster, 2003)

Está claro. Para ganar un Oscar no se puede estar espléndida. La Charlize engordó 12 kilos, se puso una dentadura postiza y dejó de depilarse durante año y medio para interpretar a la asesina en serie Aileen Wuornos.
Hay que reconocer que la mirada la clava.
 


 
Robert de Niro (Toro Salvaje, 1980)
En esta peli de Martin Scorsese, De Niro interpretó a Jake La Motta en varios momentos de su vida. Y entre la etapa de boxeador y la de humorista gordaco y bebedor hay una diferencia de 27 kilos a base de pasta, alcohol y no moverse del sofá. El Oscar le salió caro.
 


 
 
Johnny Depp (Miedo y Asco en Las Vegas, 1998)

Johnny Depp interpretó a Hunter S. Thompson, el periodista gonzo, a lo largo de un viaje de locura acompañado por su abogado y un maletero con más drogas que una farmacia.
 

 
 
El actor, amigo personal de Thompson, disfrutó emulándolo, aunque quizás no le hizo tanta gracia cuando le afeitó la cabeza para parecerse aún más a él.


 
Volvió a interpretarlo en The Rum Diary (2012), aunque esta vez mantuvo el pelazo.

 Sean Penn (Milk, 2008)
“Mi nombre es Harvey Milk y vengo a reclutaros“.
La interpretación de este político de San Francisco defensor y activista de los derechos civiles de los homosexuales, le valió a Sean Penn un Oscar. Tampoco tuvo que caracterizarse mucho, la verdad, pero el personaje lo borda.

 
 

Keira Nihgtsley (Domino, 2005)

Domino Harvey fue una cazarrecompensas de Los Angeles. Tony Scott (qué gran pérdida…) hizo una adaptación muy, muy libre de su vida. Si entras en el juego que te propone la película, lo pasas en grande.



 
Christian Bale y Mark Wahlberg (The Fighter, 2010)

Estos dos actores interpretaron a los hermanos Dicky Eklund y Micky Ward, el primero un yonqui de cuidado, ex gloria del boxeo, y el segundo una promesa que no acaba de cuajar.
La interpretación de Bale, que le valió un Oscar a mejor actor de reparto, es de lo mejor de la película. Es todo un dandy: mellado, delgaducho, mal vestido y medio calvo.


 
 
Salma Hayek (Frida, 2002)

Tras un primer vistazo a la pintora mexicana Frida Kahlo, que nadie suelte el rollo ese de la belleza interior y tal, porque lo que todos pensamos es “será todo lo gran artista que tú quieras pero... Dios, qué fea”.
Salma Hayek no ganó el Oscar, pero sus maquilladoras sí. Éstas se lo pasaron en grande pintandole el entrecejo y ensombreciéndole el mostacho.
 

 

miércoles, 15 de agosto de 2012

Tercer golpe de katana. Aquellos maravillosos años.


Todos tenemos un pasado.

Y los famosos no son una excepción.

Muchos de los que ahora pasan por ser la repera, los dioses del olimpo, los más deseados entre los más deseados, en su época de instituto pasaban más desapercibidos que Cher en un museo de cera.

Aquí van unos cuantos. En el caso de la mayoría la cosa mejoró, aunque otros empeoraron... De los que optaron por la momificación ya ni te cuento...

 George Clooney



Eminem


Halle Berry



Justin Timberlake




David Hasselhoff



Quentin Tarantino





Gary Sinise




Bruce Willis


Jamie Foxx



Jerry Seinfeld


Vince Vaughn


Sylvester Stallone


Meg Ryan


Steve Buscemi



Tom Hanks


Tom Cruise

miércoles, 8 de agosto de 2012

Segundo golpe de katana. Bigotes con carácter.

Hoy en día es difícil cruzarse por la calle con un hombre menor de cincuenta años y que luzca un orgulloso mostacho en su jeta (a excepción de los pakis y algunos modernillos sin miedo al rechazo). Me estoy refiriendo al bigote a secas, nada de perilla ni barba. Bigote.
Hace años ese enjambre de pelo era un claro símbolo de madurez, de hombría, de virilidad. Los grandes machos lucían mostacho.
En el cine y la televisión, muchos han sido los hombres que han portado con chulería y orgullo dicho complemento. Dejando de lado a clásicos como Charles Chaplin,  Groucho Marx (que se lo pintaba con brocha gorda),  Cantinflas o Clark Gable, cada vez que me dispongo a afeitarme y se me pasa por la cabeza dejarme bigote, estas son las grandes referencias que vienen a mi memoria:

Sean Connery:
Para qué negarlo. Hay que ser muy macho para pasearse de esta guisa y no tener miedo a que te apedreen. Y está claro que ese bigotón juega a su favor (la trenza no tanto). Muchos fueron los looks del señor Connery, y en gran número de ellos lució bigote. Pero nunca con un estilo tan tremendo como en Zardoz (si alguien entiende la película, que me la cuente).

Lee Van Cleef:


Esa mirada… Ay, esa mirada. Qué tío, da yuyu verlo. Jamás una nariz aguileña había ido tan bien acompañada. El gran Clint Eastwood debía pensar lo mismo cada vez que se enfrentaban en un duelo.

Burt Reynolds:
Un tío duro, simpático y ligón (o eso creía él). Protagonizó más de cien películas, y en la mayoría de ellas lucía su orgulloso bigote. Por cierto, siempre me he preguntado cómo debe ser eso de teñirse también el bigote y las cejas. Raro, supongo.

Charles Bronson:
Este sí era un tío duro de verdad. Con la cara más arrugada que un mapa de carreteras, su bigotazo estilo chicano, y su parquedad en palabras, no había quién supiera lo que pasaba por su cabeza. Eso era chungo, en especial para los que estaban en el otro extremo del cañón de su pistola.

Stacy Keach:
El gran detective Mike Hammer, de mirada extraña, violento, misógino y cargado de ira. Su Colt 45 tenía nombre: Betsy. El secreto que escondía bajo el bigote era su labio leporino.

Peter Sellers:
En cada una de sus películas aparecía caracterizado de un modo diferente, pero cómo olvidar al torpón y caótico Inspector Clouseau de la La Pantera Rosa.

Danny Glover:


Pobre hombre. Se le erizaba el bigote cada vez que Mel Gibson se la liaba en Arma Letal. Y no era para menos. La escena del wáter explosivo en la secuela no tiene desperdicio.

Tom Selleck:  
El Gran Thomas Magnum. Qué vidorra se pegaba el tío en Hawái con su Ferrari rojo. Higgins y T.C. también lucían bigote, pero ninguno es tan recordado como el del protagonista. Zeus y Apolo, los dobermans que protegían la mansión de Robin Masters, se las hacían pasar canutas.

Samuel L. Jackson:
Menudas pintas y el miedo que daba el tío. Capaz de pasar en un instante de saborear una hamburguesa hawaiana a recitar la biblia y después llenar de plomo a un pobre diablo. Si eres mujer y te cruzas con él, pídele que te haga un masaje en los pies. Por lo visto es un fenómeno.

Brad Pitt:
Muchos actores recientes se han visto obligados a dejarse bigote por exigencias del guión: Johnny Depp, Matt Dillon, George Clooney y Matt Damon son algunos de ellos. El del protagonista de Malditos Bastardos no tiene desperdicio.