Esta entrada no trata sobre esas películas de domingo por la tarde
que tanto enganchan a las madres con esa única y simple frase: Basado en hechos reales.
Trata sobre los biopics, esas películas centradas en la vida de
personajes reales que a menudo los actores/actrices utilizan como vehículo para
demostrar que son la leche. Y, de paso, a ver si cae el Oscar.
A veces los intérpretes se parecen de manera natural al original, pero
otros optan por la caracterización o, mucho peor, la alteración física,
y cuanto más mejor.
Aquí van unos ejemplos.
Está claro. Para ganar un Oscar no se puede estar
espléndida. La Charlize engordó 12 kilos, se puso una dentadura postiza y dejó
de depilarse durante año y medio para interpretar a la asesina en serie Aileen
Wuornos.
Hay que reconocer que la mirada la clava.
En esta peli de
Martin Scorsese, De Niro interpretó a Jake La Motta en varios momentos de su vida. Y
entre la etapa de boxeador y la de humorista gordaco y bebedor hay una
diferencia de 27 kilos a base de pasta, alcohol y no moverse del sofá. El Oscar
le salió caro.
Johnny Depp (Miedo y Asco en Las Vegas, 1998)
Johnny Depp interpretó a Hunter S. Thompson, el
periodista gonzo, a lo largo de un viaje de locura acompañado por su abogado y un
maletero con más drogas que una farmacia.
El actor, amigo personal de Thompson, disfrutó
emulándolo, aunque quizás no le hizo tanta gracia cuando le afeitó la cabeza para parecerse
aún más a él.
Volvió a interpretarlo en The Rum Diary (2012), aunque
esta vez mantuvo el pelazo.
La interpretación de este político de San Francisco defensor y activista de los
derechos civiles de los homosexuales, le valió a Sean Penn un Oscar. Tampoco
tuvo que caracterizarse mucho, la verdad, pero el personaje lo borda.
Keira Nihgtsley (Domino, 2005)
Domino Harvey fue una cazarrecompensas de Los Angeles.
Tony Scott (qué gran pérdida…) hizo una adaptación muy, muy libre de su vida.
Si entras en el juego que te propone la película, lo pasas en grande.
Estos
dos actores interpretaron a los hermanos Dicky Eklund y Micky Ward, el primero
un yonqui de cuidado, ex gloria del boxeo, y el segundo una promesa que no
acaba de cuajar.
La
interpretación de Bale, que le valió un Oscar a mejor actor de reparto, es de
lo mejor de la película. Es todo un dandy: mellado, delgaducho, mal vestido y medio calvo.
Salma Hayek (Frida, 2002)
Tras
un primer vistazo a la pintora mexicana Frida Kahlo, que nadie suelte el rollo ese de la belleza interior y tal, porque lo
que todos pensamos es “será todo lo gran artista que tú quieras pero... Dios, qué fea”.
Salma Hayek no ganó el Oscar, pero sus maquilladoras sí.
Éstas se lo pasaron en grande pintandole el entrecejo y ensombreciéndole el mostacho.
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