domingo, 18 de noviembre de 2012

Doceavo golpe de katana. Este ruso me suena.

Una de dos: o los directores de cásting hollywoodienses no se calientan mucho los cascos a la hora de seleccionar actores extranjeros, o es que hay agentes que saben vender muy bien la moto.

¿A qué viene esto? Pues, simple y llanamente, a que estoy hasta el gorro de ver siempre las mismas caras en la pantalla interpretando personajes de generales rusos, de matones mexicanos, de capos de la mafia china, de terroristas musulmanes, y así hasta el infinito y más allá.

Un ejemplo es el señor Rade Šerbedžija, escrito también Rade Sherbedgia para los que no dominamos los lenguajes con acentos en las consonantes. Este tipo nació el 27 de julio de 1946 y[] es un actor y director croata de origen serbio. Fue uno de los más populares actores yugoslavos de las décadas de los setenta y los ochenta del siglo pasado, aunque en la actualidad es conocido (al menos su jeto) por interpretar papeles de secundario con acento raro en películas americanas desde inicios de los noventa. Y en la tele ni te cuento.

Si sigues sin saber quién es este señor, aquí van algunos de sus trabajos (lo raro es que todavía no haya salido en ninguna de James Bond):

Ivan Tretiak en El Santo (1997)

Mr. Milich en Eyes Wide Shut (1999)

 

Boris El navaja Yurinov en Snatch: Cerdos y diamantes (2000)

 

Dr. Nekhorvich en Mision: Imposible 2 (2000)
 

Michailo Serbiak en Shooter (2007)

 

Dr. Maric en Battle in Seattle (2007)


Dmitri Gredenko en la serie 24 (2007)

 

Yuri Ivanov en Quarantine (2008)
 
 
Gregorovitch en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (2010 y 2011)

 

General Ruso en X-Men: Primera Generación (2011)
 


martes, 6 de noviembre de 2012

Onceavo golpe de katana. George V. Higgins.


La editorial Libros del Asteroide publicó el año pasado, 2011, una novela genial de George V. Higgins: Los amigos de Eddie Coyle (1970).
 
Y vaya bomba de novela.

En ella se pasean los más variopintos personajes de los bajos fondos de Boston, aunque, más que pasear, lo que hacen es hablar. Y por los codos. Sus diálogos son increíbles: realistas, crudos, chabacanos y cachondos. Muy cachondos. El ochenta o noventa por ciento de la novela está compuesta por esas conversaciones, pasando de cosas tan triviales como un sandwich de queso a cómo pelarse a un tío que puede estar largándole a la bofia. Y si fuera el cien por cien de la novela, tampoco importaría.
 
 
Tal y como se puede leer en la web de la editorial, George V. Higgins nació en Brockton (Massachusetts) en 1939. Estudió en el Boston College y en la Universidad de Stanford y, tras unos primeros años dedicados al periodismo, se graduó en Derecho y ejerció como fiscal y abogado, carrera que compaginó con la de escritor y docente en la Universidad de Boston y el Boston College. Durante siete años trabajó para el gobierno en la lucha contra el crimen organizado en la zona de Boston, actividad de la que sacaría inspiración para muchas de sus novelas.
 
Y está claro que el tío sabía de lo que habla. Porque, a buen seguro, se hartó de escuchar llamadas intervenidas a chusma de mucho cuidado.

 
 
En 1970 publicó Los amigos de Eddie Coyle, que sería la primera de veintisiete novelas (hasta su muerte en 1999), y también la que le dio más fama y prestigio. En ella, Eddie Coyle trata de buscar el favor de un poli, Dave Foley, para evitar su inminente ingreso en prisión. Y la forma es pasándole información. Pero Coyle sigue con sus chanchullos y, por lo tanto, con mucho que esconder. Le vende armas a un grupo de atracadores que, a su vez, compra a un traficante llamado Jackie Brown. Y también trata con Dillon, un camarero a tiempo completo y asesino a sueldo (y de los buenos) a tiempo parcial. Y todos se mueven a espaldas de todos, tratando de que la mierda, que ya les llega hasta el cuello, no les impida respirar. Es el juego de la calle en estado puro.
 
En 1973, Los amigos de Eddie Coyle fue adaptada al cine por Peter Yates con Robert Mitchum en el papel de Coyle.

 
 
Este año 2012, Libros del Asteroide ha publicado The Cogan's Trade (1974) con el título de la adaptación cinematográfica: Mátalos suavemente.
 
Y ésta es otra gran novela. Ya te digo.
 
Con más diálogos si cabe y mucha, mucha más chusma desesperada. Un par de tíos recién salidos de la trena y desesperados por hacer algo de pasta, Frankie y Russell, aceptan el encargo de un tercero, Amato, para dar el palo a una timba clandestina. El trabajo sale a pedir de boca, sobre todo porque el encargado de la timba ya se hizo atracar a sí mismo años atrás (tarde o temprano todo se acaba sabiendo, aunque consiguió salirse de rositas por eso) esta vez sospecharán de él inevitablemente. Pero en la calle se habla mucho, todos conocen a todos, y encargan a Jackie Cogan que le de pasaporte al trío.
 
Es inevitable preguntarse por qué no hay más novelas de Higgins traducidas al castellano. En catalán existe la traducción de The Digger’s Game (1973) como La jugada d'en Digger (Edicions 62).
 
Pero queremos más. Mucho más. Así que a ver si espavila quién tiene que espavilar.
 
 
Algunas de las muchas perlas en los diálogos de Higgins son:
 
"Mira, una cosa sé. Si algo tiene que ocurrir, ocurre... Todo el mundo busca algún contacto y uno no caga en el pozo, porque, probablemente, otro día querrá beber de él". 
 
"Calculo que habré hablado con él unas 100 veces y no sabría decirte cuanto de lo que me ha dicho es verdad... Nunca dejo de tener la sensación de que juega conmigo... La mitad de las cosas que le sonsaco, son cosas que descubro hablando con él. Él no sabe que me las está contando".
 
"Kenny es capaz de escuchar. Aparte de eso, es imbécil integral. Su idea de hablar es que él escucha y, si alguien le pregunta, responde: "Uh, uh, uh". Y eso cuando está inspirado. No es muy bueno ni tampoco muy rápido. Él sabe dos cosas. Si aciertas alguna, podéis hablar. Si no, no. Ah, y respira. A Kenny se le da bien respirar".